La intervención de Pánfilo de Narváez |
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Xavier López Medellín |
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______________________________________________________ Al llegar Cortés a tierras mexicanas, fundó un nuevo ayuntamiento en Veracruz. Con ello obtenía independencia de las órdenes de Diego Velázquez, Gobernador de Cuba, y ahora dependía directamente de la Corona Española. Velázquez, enfurecido con Cortés por eludir su autoridad, y por recibir las noticias de las riquezas del reino que estaba por conquistar, de inmediato organizó una nueva armada con el objetivo de aprehender a Cortés y a sus capitanes. Esta expedición fue confiada a Pánfilo de Narváez. La expedición de Narváez tocó tierras mexicanas a principios de mayo de 1520, y Motecuhzoma fue informado de inmediato por sus mensajeros, el que a su vez informó a Cortés del hecho. "Vinieron otros indios asimismo vasallos del dicho Muteczuma, de los cuales supe que los dichos navíos estaban ya surtos en el dicho puerto de San Juan, y la gente desembarcada, y traían por copia que había ochenta caballos y ochocientos hombres y diez o doce tiros de fuego, lo cual todo lo tenía figurado en un papel de la tierra para lo mostrar al dicho Muteczuma" (Hernán Cortés. Segunda Carta de Relación. 30 de octubre de 1520). Al enterarse Cortés de la armada recién llegada, de inmediato despachó a Fray Bartolomé de Olmedo con cartas para esta nueva armada. A los cinco días de partido este emisario, llegaron a su vez dos religiosos escoltados por 20 hombres de Cortés que venían en calidad de emisarios de Narváez. Con ello, Cortés se enteró que los recién llegados venían con órdenes de Velázquez para aprehenderlo y llevarlo a Cuba. Entonces comenzó una serie de intercambios de mensajeros con ofertas, negociaciones e incluso insultos y amenazas entre Narváez y Cortés. Sin embargo al enterarse éste último que la gente de Veracruz, entre ellos el cacique Gordo de Cempoala ,se habían aliado a Narváez, Cortés decide salir de la ciudad a enfrentar a su enemigo. Dejando a Pedro de Alvarado al frente de las tropas que se quedaban en la ciudad. Llama la atención que en la Segunda Carta de Relación no hace mención alguna sobre quién se queda al mando de las tropas en Tenochtitlán. "Me llegó un mensajero de los que estaban en la villa de la Veracruz, por el cual me hacían saber que toda la gente de los naturales de la tierra estaban levantados y hechos con el dicho Narváez, en especial los de la ciudad de Cempoal y su partido; y que ninguno dellos quería venir a servir a la dicha villa, así en la fortaleza como en las otras cosas en que solían servir; porque decían que Narváez les había dicho que yo era malo, y que me venía a prender a mí y a todos los de mi compañía, y llevarnos presos y dejar la tierra ...E como yo ví el gran daño que se comenzaba a revolver, y cómo la tierra se levantaba a causa del dicho Narváez, parecióme que con ir yo donde él estaba se apaciguaría mucho, porque viéndome los indios presente, no se osarían a levantar" (Hernán Cortés. Segunda Carta de Relación. 30 de octubre de 1520). Sale Cortés de la Ciudad de México con setenta soldados mas los tlaxcaltecas, posteriormente recibe un refuerzo de 120 hombres al frente de Velázquez de León en Cholula. Y mas tarde, se le une Gonzalo de Sandoval con 60 soldados más en Veracruz. Al pasar revista de las tropas, vió que contaba con doscientos sesenta soldados, para enfrentar a los ochocientos de Narváez. Sin embargo, Cortés se las había arreglado para sobornar a muchos artilleros de Narváez para no abrir fuego contra ellos, ganando así una ventaja considerable. Cortés siguió avanzando a Cempoala, hasta quedar a pocas leguas de la ciudad en donde acampó, planeó el ataque y dió las respectivas órdenes para el asalto a sus distintos capitanes. Esa misma noche salían a capturar a Narváez. Mientras esto sucedía, Narváez, informado de la cercana presencia de Cortés, salió a esperarlo bajo una lluvia intensa, pero como este no apareciera, regresó malhumorado a Cempoala, no sin antes dejar a dos centinelas cerca del río. Se situó en el templo mas alto junto con varios arcabuceros y ballesteros, distribuyó sus fuerzas como mejor pudo y se retiró a descansar.
Templo de Cempoala en donde se posicionó Narváez Cuando los soldados de Cortés cruzaron el río, fueron vistos por los centinelas de Narváez, quienes inmediatamente salieron a dar parte a Narváez. Capturaron a uno de ellos, pero el otro logró escapar, por lo que Cortés decidió acelerar el paso y atacar la ciudad de inmediato. Al enerarse por el centinela que escapó de Cortés, Narváez inmediatamente mandó sonar las trompetas de alarma y se dispuso a la defensa de la ciudad. Narváez luchó con gran bravía, pero recibió muchas heridas, una de las cuales le hizo perder un ojo, y finalmente fue capturado por el soldado Farfán. La batalla había terminado, los hombres de Narváez depusieron las armas y juraron fidelidad a Cortés. Narváez es enviado preso a Veracruz, donde permanecerá por dos años. Años después Narváez diría que fue víctima de sus propias tropas, pues casi no opusieron resistencia a las fuerzas de Cortés, pues habían sido sobornados por éste, por lo que pelearon con el mayor desgano.
Imagen del Lienzo de Tlaxcala que muestra el momento en que Pánfilo de Narváez es capturado. Entonces Cortés, con los hombres y pertrechos que había traído Narváez de su lado, se dedicó a enviar expediciones de exploración al Pánuco y a Coatzacoalcos. También envió una nave a Jamaica para que se proveyese de caballos, puercos y ovejas para comenzar el poblamiento de las tierras recién conquistadas. Envió un mensajero a informar a Alvarado de la victoria obtenida, sin embargo, el mensajero regresó los quince días con noticias alarmantes. Alvarado enviaba a Cortés una carta informando que los indígenas se habían revelado y mantenían un asedio constante sobre la fortaleza en la que había dejado al resto de su contingente, por lo que Cortés sintió una temible amenaza a su conquista. "El cual dicho mensajero volvió de ahí a doce días, y me trajo cartas del alcalde que allí había quedado, en que me hacía saber cómo los indios le habían combatido la fortaleza por todas partes de ella, y puéstoles fuego por muchas partes y hecho ciertas minas, y que se habían visto en mucho trabajo y peligro, y todavía los mataran si el dicho Mutezuma no mandara cesar la guerra; y que los tenían cercados, puesto que no los combatían, sin dejar salir ninguno de ellos dos pasos fuera de la fortaleza" (Hernán Cortés. Segunda Carta de Relación. 30 de octubre de 1520). Cortés mandó mensajes a sus capitanes recién enviados a explorar las tierras cercanas, para que regresasen de inmediato, reunió a sus tropas y les explicó la situación, incitándolos a defender a sus compañeros. Dejó a los heridos y enfermos en Veracruz y partió rumbo a Tenochtitlán. Al llegar a Tlaxcala, se le unieron 2000 indios de refuerzo, que gustosamente se unieron al ataque contra sus enemigos aztecas, y se le unieron Velázquez de León y Ordaz. En un conteo general de tropas, contaba con mil infantes, cien jinetes y varios aliados Tlaxcaltecas. Las tropas españolas tomaron el camino de Texcoco, donde fueron recibidos con frialdad, indiferencia e incluso algo de hostilidad. No se acercaron caciques ni principales a Cortés, y le llegó un mensaje de Alvarado en el que decía que los ataques contra ellos habían cesado, pero que aún mantenían el sitio sobre el alojamiento en el que estaban. Cortés y sus tropas llegaron a la ciudad el 24 de junio de 1520, la encontraron desierta y en un silencio que inquietó a los españoles. Sin embargo, pudieron avanzar sin contratiempos hasta llegar al palacio de Axayácatl en donde estaba Alvarado, quien los recibió con gran alivio y contento. Una vez establecidos y algo reposados de la jornada, Cortés pidió un informe de lo que acontecía. En Tenochtitlán pasaba lo siguiente: Pedro de Alvarado había quedado con el cargo de alcalde, con el objeto de resguardar la ciudad con 140 soldados. Por esas fechas, los mexicanos tenían por costumbre celebrar una fiesta en honor de Huitzilopochtli con sacrificios, danzas y cantos, a los que asistían miembros de la alta realeza azteca. Por ello se pidió permiso a Alvarado para llevar a cabo esta celebración. Alvarado otorgó el permiso con la condición que no hubiera sacrificios humanos. Al llegar el día de la fiesta, los españoles participaron como espectadores, armados como siempre. Entonces, a una orden determinada, los españoles comenzaron una masacre comparable a la de Cholula, causando terribles destrozos e incontables muertos, entre ellos los principales de los mexicas. Las causas que orillaron a esta determinación permanecen ocultas entre los distintos historiadores, pues algunos atribuyen la masacre a calumnias y mentiras que dijeron los tlaxcaltecas para asustar a los españoles e incitar la matanza; otros dicen que Alvarado aprovechó el que estuvieran reunidos los principales caudillos aztecas y mandó matarlos. Sea la razón que fuere, Cortés tomó precauciones al momento de relatar este hecho en su Segunda Carta de Relación, ocultando los motivos y los protagonistas principales de tan tremenda masacre. Los aztecas, enardecidos por la matanza, difundieron la noticia por toda la ciudad, y pronto se levantaban en armas contra los españoles, quienes se retiraron al palacio de Axayácatl. Supuestamente la multitud se apaciguó gracias a la intervención de Moctezuma para calmar a su pueblo, seguramente bajo presión de Alvarado. Con lo que dejaron de atacar a los españoles, pero mantuvieron el palacio sitiado, sin permitirles salir ni mucho menos proveerles de alimentos, medicina ni agua. Así era la situación en Tenochtitlán a la llegada de Cortés. El caudillo escuchó atentamente la narración de los hechos por Alvarado y sus soldados, solicitó la presencia de Moctezuma, con quien se mostró molesto, y le pidió que enviara unos mensajeros para calmar a la ciudad y restaurar el orden. Entre estos mensajeros estaba Cuitláhuac, hermano de Moctezuma, quien una vez que salió a cumplir con la misión encomendada por su hermano, no regresó y fue elegido como el nuevo gobernante azteca. Por lo que inmediatamente comenzó a organizar las fuerzas mexicas para reanudar el ataque sobre Cortés y su hombres, y liberar su imperio de tan incómoda presencia. Este combate será conocido como "La Noche Triste", uno de los episodios mas recordados de la conquista de México.
BIBLIOGRAFIA Hernán Cortés, Cartas de Relación, ed. de J. S. Martínez, Ed. Porrúa. México 1991 Presscott, W. H., Historia de la Conquista de México. CIA. General de ediciones, México 1952 [1843] Thomas, H., La Conquista de México. Ed. Planeta. México 2000
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