La hacienda de Martín Cortés, padre del conquistador de México

 

 

Esteban Mira Caballos

julio de 2008

Fotos: Felix Hinz

 

Página de relación

Resumen

En este ensayo analizamos la propiedad familiar de Martín Cortés, padre del conquistador de Nueva España. Además de aportar un relevante documento inédito, aprovechamos la ocasión para hacer una síntesis de todos los datos que sobre la cuestión han ido apareciendo en los últimos años. El resultado es un estudio pormenorizado de la hacienda de que disfrutaba Martín Cortés en su Medellín natal.  La conclusión a la que llegamos no puede ser más novedosa: frente a lo que ha venido sosteniendo la historiografía tradicional, que tildaban a los Cortés de hidalgos pobres, queda demostrado en este artículo que, sin ser ricos, disponían de unas rentas acordes con su rango social.         

La cuna del conquistador de México.

1. INTRODUCCIÓN [1]

Pese a la extensísima bibliografía que existe sobre la figura de Hernán Cortés, siguen siendo muchos los puntos oscuros de su biografía. No le faltaba razón a F. A. Kirkpatrick cuando afirmó que la Conquista de México la conocíamos pormenorizadamente porque, además de la abundante documentación, disponíamos de no pocas crónicas, entre ellas la del propio Hernán Cortés. [2] Sin embargo, de sus orígenes familiares, de su vida hasta 1519 y de los últimos 15 años de existencia en España, hasta su muerte en Castilleja de la Cuesta, apenas si disponemos de unos pocos datos fiables. En este sentido se han manifestado dos de sus grandes biógrafos actuales, como Juan Miralles y José Luis Martínez. El primero afirma en relación a ello, lo siguiente: 

“Infancia, adolescencia y entorno familiar corresponden a la época oscura. Se conoce más de esa etapa de las vidas de Alejandro o Julio César, que vivieron siglos atrás, que de la suya propia"[3]

En cuanto al segundo, que está considerado su máximo biógrafo, escribe igualmente que sigue habiendo “lagunas considerables y etapas en la sombra”, especialmente en su etapa extremeña y antillana, así como en la etapa final en España. [4] Por ello, concluía afirmando que estamos lejos de agotar su estudio, pues, “aún queda mucho por averiguar, aclarar e interpretar".[5]

Y llegados a este punto, cabría preguntarse ¿por qué sabemos tan poco sobre la vida de Hernán Cortés?, pues, ocurre lo mismo que con otra de las grandes y enigmáticas figuras de su época, es decir, el primer Almirante de la Mar Océana Cristóbal Colón. Por circunstancias distintas, ni Cristóbal Colón ni Hernán Cortés hablaron o escribieron sobre sus orígenes y sobre su vida. Y en el caso de Cortés, el caso fue más llamativo porque nos dejó cientos de cuartillas redactadas de su puño y letra, entre ellas sus famosísimas Cartas de Relación. Sin embargo, apenas se refirió a su vida o a sus orígenes antes de la Conquista de México. ¿Por qué lo omitió?, ¿Por qué no abundó en sus orígenes?, lo desconocemos. Pero probablemente, al igual que Colón, su engrandecimiento tras la conquista del imperio mexica, sus aspiraciones por entroncar con lo más granado de la nobleza española, le hicieron dejar algo de lado sus verdaderos orígenes familiares que, sin ser plebeyos, no estaban a la altura de sus nuevas circunstancias. Se trata de una forma de actuar que se ha repetido a lo largo de la historia con numerosos personajes.

En este artículo vamos a arrojar luz sobre un aspecto del que apenas disponíamos hasta la fecha de referencias fiables, como es la economía familiar en su Medellín natal.

Castillo e iglesia de Santiago de Medellín.

2. LA SUPUESTA POBREZA DE LOS CORTÉS

Tradicionalmente se ha venido afirmando y reiterando hasta la saciedad la supuesta pobreza de la familia. La mayor parte de la historiografía ha calificado a los padres del conquistador, Martín Cortés y Catalina Pizarro Altamirano, como “hidalgos pobres”, lo cual como veremos a continuación no era exactamente cierto. Bernal Díaz dice que, tanto su padre como su madre, eran hidalgos “aunque pobres"[6]. El padre Las Casas lo considera hidalgo y cristiano viejo pero “harto pobre y humilde".[7] Ambos utilizan la palabra pobre, y este calificativo ha venido repitiéndose sin cesar desde ese momento. [8]

Pero analicemos el concepto de pobre en la Europa del siglo XVI. En realidad había dos tipos: uno, los pobres a secas, insertos en el grupo subalterno y formados fundamentalmente por jornaleros del campo que vivían en condiciones precarísimas. Y dos, los denominados pobres “de solemnidad”, formados por el extenso submundo de los vagabundos y pedigüeños. En general la situación de todos ellos era dramática, como podemos ver por las palabras que exponemos a continuación, referidas a Castilla-La Mancha entre los siglos XV y XVI:

"Los habitantes en su mayor parte son pobres, siendo todos jornaleros… Las relaciones topográficas de los años setenta del siglo XVI, mostraban que los trabajadores de Castilla la Nueva vivían como animales: estaban crónicamente subalimentados y vivían en chozas desvencijadas de adobe o madera, sin muebles; los hombres, las mujeres y los niños dormían apelotonados los unos con los otros sobre tierra apisonada. En el momento en que el trabajo estacional empezaba, miles de hambrientos jornaleros se iban, a menudo con toda su familia, de pueblo en pueblo ofreciéndose para trabajar… La vida de esta masa empobrecida fue, por lo tanto, una lucha diaria por la mera subsistencia, una lucha cuyo resultado era extremadamente incierto."[9]

Obviamente la situación de la familia Cortés no era ésta. Es impensable calificar a los padres de Hernán Cortés como pobres, al menos en el contexto de la época. De hecho, otros cronistas sí que matizan bastante la situación real del linaje. Francisco López de Gómara no los califica exactamente de pobres sino que se limita a decir que “tenían poca hacienda…"[10]. Más claro y también más creíble se muestra Cervantes de Salazar quien simplemente se refiere a Martín Cortés como “no rico, aunque de alta alcurnia".[11] Unas décadas después el llerenense Luis Zapata, nieto del Conde de Medellín, opinión, pues, bastante cualificada, afirma que Hernán Cortés era “un pobre hidalgo de Medellín"[12]. Sin embargo, hay que establecer dos matices al respecto: primero, que no era lo mismo ser un pobre que un pobre hidalgo. Y segundo que lo dijo comparándolo con la gran fortuna que adquirió Hernán Cortés que el propio Zapata estimó en 180.000 ducados. Por tanto, no sugiere que fuese un pobre hidalgo en relación a otros medellinenses de la época, sino en relación a la inmensa fortuna que su hijo amasó después de la conquista de Nueva España.

Realmente, Martín Cortés no era rico, aunque entre eso y ser pobre en la Extremadura de finales del siglo XV mediaba un abismo. No podemos olvidar que en esos momentos el calificativo de rico debía estar reservado a personas muy selectas. En el caso de Medellín probablemente a los Condes de Medellín y a un puñado más de grandes propietarios de tierras. Obviamente Martín Cortés y Catalina Pizarro Altamirano, además de hidalgos, distaban mucho de ser pobres, al menos en comparación con el desolador panorama que se vivía en su terruño. No olvidemos que a finales del siglo XV la situación de Medellín y su tierra era absolutamente calamitosa. Los primeros años del siglo XVI no fueron mejores. En los años previos a la partida de Hernán Cortés a las Indias, en 1502, 1503, 1504 y 1505 se encadenaron una serie de malas cosechas porque como decía el cura de los Palacios ni los más viejos del lugar recordaban “tantas aguas ni avenidas."[13] Pese a ello, no tuvieron problemas para sufragar a su hijo, que en esos momentos era un adolescente, los gastos de su mantenimiento en Sevilla y de su pasaje para las Indias. Pero ni los Cortés vivían en la indigencia ni muchísimo menos los Pizarro Altamirano. Ser mayordomo de la Condesa de Medellín, como era el suegro de Martín Cortés no era un cargo para nada desdeñable.

Otra cosa parece clara ¿qué familia pobre de Medellín podía permitirse el lujo de pagar o mantener a una nodriza para su hijo?, ¿qué familia pobre podía enviar a estudiar a su hijo a Salamanca, aunque fuese a casa de una hermanastra? Obviamente, ninguna. 

Como veremos a continuación sus propiedades y sus rentas, sin ser muy elevadas, eran suficientes para llevar una vida digna y acorde con su rango social. Lo que ocurría es que en la arruinada tierra de Medellín entre fines del siglo XV y principios del siglo XVI las carestías debieron estar bastante generalizadas, primero por la devastación provocada por la guerra de Sucesión de Enrique IV y, acto seguido, por el esfuerzo que supuso la reconquista de Granada.

 

Iglesia de San Martín y paisaje de Medellín.

3. LAS RENTAS DE MARTÍN CORTÉS

En tierras de Medellín había algunas familias con ciertas posibilidades económicas y entre ellas se encontraban, a no dudarlo, la extensa familia de los Cortés. Es absolutamente impensable que Martín Cortés dispusiese de unas rentas anuales de 5.000 maravedís como se ha dicho, cuando, por esa época, un marinero de bajo rango ganaba entre 9.000 y 10.000 maravedís anuales. [14] Además, de ser cierto estaría muy por debajo de lo que Braudel considera el umbral de la pobreza que lo sitúa en los 20 ducados anuales, es decir, unos 7.500 maravedís.[15]

Como veremos a continuación las rentas y las propiedades de Martín Cortés, sin permitirle grandes lujos, eran suficientes en el panorama de extrema pobreza que se vivía en el Medellín de finales del siglo XV. El padre de Hernán Cortés era el menor de los hijos varones y aun así pudo casarse con doña Catalina Pizarro Altamirano, hija del mayordomo de la Condesa de Medellín y de una hidalguía probada. La familia Pizarro Altamirano tampoco debía estar mal económicamente, y presumiblemente aportó una buena dote al matrimonio, aunque desconocemos su cuantía exacta.

La estimación de las rentas familiares se había hecho sobre la base de un documento que transcribió y publicó Francisco Solano de Figueroa en 1650 y que después difundió el erudito pacense Celestino Vega.[16] Vayamos al documento original que transcribiré íntegramente ya que era hasta la fecha la única fuente fiable que teníamos sobre las rentas de la familia Cortés:

”He visto una escritura que está en el archivo de la parroquia de San Martín: por la cual don Hernando Cortés y su madre hacen donación de la hacienda que tenían en Medellín a Juan Altamirano, su deudo, por haber recibido de él buenas obras… Y lo que donan y señalan es un molino en Ortiga, que hoy llaman Matarratas, un colmenar en la Merchana, una viña en la vega, 5.320 maravedís de censo impuestos sobre casas de particulares y nueve fanegas de trigo de renta. La cabeza dice así, sepan cuantos esta carta de donación vieren como yo doña Catalina Pizarro, mujer que fui de Martín Cortés, ya difunto, que santa gloria haya, y yo don Hernando Cortés, su hijo, Marqués del Valle, otorgamos, etc. Su echa en Mérida, un miércoles, primero día de diciembre de 1529 años".[17]

Esta es la referencia básica sobre la que Celestino Vega primero, y citando a éste, toda la historiografía posterior, han basado todos los comentarios sobre la economía de Martín Cortés. Interesa, por tanto, analizar el documento con sumo detalle. Para empezar se enumeran una serie de propiedades que quedaban de Martín Cortés y que se donan a un deudo. Pero ni se dice que eran todas las propiedades, ni realmente lo eran. Por ejemplo, sabemos que en una relación de Hernán Cortés al rey, fechada hacia 1533 declaró que, al ser despojado por Nuño de Guzmán se vio obligado a vender 400.000 maravedís de hierba que su padre le dejó, así como a utilizar los 10.000 ducados de la dote de su esposa.[18] Como es bien sabido, la renta de la hierba era una forma de participación en la propiedad de una dehesa que se tasaba en una cantidad de maravedís al millar y cuya oscilación dependía de la productividad de la dehesa. [19] Pero disponemos de documentación suficiente para calcular la renta que producían esos 400.000 maravedís de hierba que debían equivaler a unas 43 o 44 vacas de hierba. Sabemos que el conquistador Gonzalo Pizarro invirtió 1.390.500 maravedís de hierba en Medellín que le rentaban 40.960 maravedís anuales.[20] Luego por una simple regla de tres la hierba de Martín Cortés rentaba 11.782 maravedís. Obviamente, esta renta no se incluyó en la donación, como tampoco se incluyeron ni la casa que Martín Cortés poseía en la calle Feria y que a mediados del siglo XVII eran de Rodrigo de Mendoza [21] ni la que tenía en la aldea de Don Benito.

A esa renta de hierba habría que sumar los 5.320 maravedís que obtenía de distintos censos a su favor sobre varias casas particulares. Asimismo, tenía un colmenar que producía 20 arrobas de miel –unos 230 kg.[22] Se trataba de una verdadera explotación, un negocio destinado no sólo al consumo familiar sino a la venta. Estaría ubicado probablemente en la sierra de la Merchana y requería una infraestructura mínima, una inversión y unos grandes cuidados. Para empezar, todo colmenar debía tener una posada, donde el dueño de la colmena guardaba los utensilios, las tinajas de la miel y donde se realizaba su castrado.[23] Hasta el siglo XV la miel era mucho más cotizada como edulcorante de lo que lo fue a partir del siglo XVI. Aunque el dato sea un poco tardío, en Andalucía entre 1551 y 1555 se pagaba la arroba de miel a una media de 514,8 maravedís, sin embargo en 1505 se valoraba en 488, 3 el quintal de miel, lo que nos daría una renta de 2.441,5 maravedís anuales.[24]

Pero sigamos sumando, disponía en propiedad de una buena viña en el pago de la vega, ubicada entre el río Guadiana y el camino de Don Benito. Según Hugh Thomas este viñedo producía unas 20 arrobas de vino. En Andalucía entre 1503 y 1530 se pagaba la arroba de vino a una media de 50,14 maravedís.[25] Luego es fácil deducir que Martín Cortés obtenía por su vino alrededor de 1.000 maravedís anuales.

Las 9 fanegas de trigo le producían, un año con otro, unos 60 quintales de trigo[26] que le podían rentar, a principios del siglo XVI, otros 1.000 maravedís anuales. Disponía, asimismo, de otra propiedad, conocida como el heredamiento de Valhermoso, en término de Medellín, que deslindó en 1494.[27] Una propiedad que tampoco aparece en la relación de Solano de Figueroa. Y finalmente, en el mayorazgo fundado por Hernando Pizarro en 1578 se cita la sexta parte de la heredad de Casillas de los Carreteros en el término de Medellín, también llamada Casillas de Remondo que fue propiedad de Martín Cortés, quien a su vez lo había adquirido de un vecino de la citada villa, llamado Luis Martínez.

Además de eso contaba con su propio molino de trigo en el río Ortigas cuya renta anual ignoramos. El río Ortigas es un afluente de la margen izquierda del Guadiana que pasa muy cerca de Don Benito. No obstante, no podía moler en los meses estivales porque el río se secaba.[28] En invierno, criaba muchos peces, no sólo ese río sino otros que había en las inmediaciones como el Guadiana, el Ruecas, el Gargaliga, o el Guadámez. A finales del siglo XVIII se decía que “la pesca hace suma falta para la manutención de los vecinos pobres y sus familias que carecen de otros comestibles…".[29] Y aunque no era el caso de la familia Cortés, porque ya hemos dicho que no eran exactamente pobres, no debió faltar el pescado en la mesa familiar.

         

CUADRO I: INGRESOS ANUALES DE MARTÍN CORTÉS, A PRINCIPIOS DEL SIGLO XVI 

PROPIEDAD

RENTA (en maravedís)

La renta de la hierba

11.782

Censos sobre casas particulares

5.320

El colmenar

2.441,5

La viña

1.000

Nueve fanegas de trigo

1.000

Molino de Trigo en el río Ortigas

¿?

Heredamiento de Valhermoso

¿?

Sexmo de la heredad de Casillas de los Carreteros, en el término de Medellín

¿?

Casa solariega en Medellín

--

Casa en la aldea de Don Benito

--

TOTAL

21.543,5

En resumidas cuentas, Martín Cortés disponía como mínimo de unas rentas anuales de unos 21.500 maravedís. Pero con total seguridad eran muy superiores porque, como ya hemos afirmado, desconocemos lo que le rentaban el molino de trigo, el sexmo de Casillas de los Carreteros y el heredamiento de Valhermoso. Además, tampoco podemos descartar la posibilidad de que puedan aparecer referencias o documentos sobre otras posibles propiedades. Es prácticamente seguro que las rentas medias anuales superaban ampliamente los 30.000 maravedís anuales. Unas rentas seis veces superiores a lo que la historiografía tradicional le había atribuido. Las rentas aunque escasas, les permitían mantener su dignidad nobiliar, estando sin duda entre los hombres influyentes de la tierra de Medellín.

Prueba de ello es que cuando los procuradores de Hernán Cortés, Hernández Portocarrero, Francisco Montejo, al llegar a Sevilla le secuestraron su nao y los dineros que llevaban, 3.000 castellanos para sus gastos y otros 3.000 para su padre.[30] Los oficiales le dejaron una cantidad muy pequeña para su viaje. Se dirigieron a Medellín, juntándose con Martín Cortés, quien los socorrió y los acompañó en busca del rey. Martín Cortés se debió rascar el bolsillo para sufragar el largo recorrido que debieron hacer en busca del rey, aunque fuesen, en palabras de Las Casas, “con harta pobreza".[31]

La situación para Martín Cortés y Catalina Pizarro mejoró desde que su hijo fue reconocido oficialmente como conquistador de México. El 2 de marzo de 1526 protocolizaron una escritura en Medellín, ante Alonso de San Pedro, mientras su hijo estaba en México, por la que compraban a Luis de Toledo, hermano del Conde de Oropesa, un juro de heredad por una cuantía de 511.875 que les rentaría la considerable suma de 22.500 maravedís anuales.[32] Una transacción que fue ratificada y aprobada en Granada el 18 de junio de ese mismo año. Para los progenitores del Conquistador, las estrecheces económicas, si alguna vez las hubo, eran definitivamente agua pasada.

 

Río Guadiana a Medellín.

4. CONCLUSIÓN

Por sorprendente que parezca, más cinco siglos después del nacimiento de Hernán Cortés, es posible seguir desentrañando las muchas sombras que todavía existen en torno a su biografía. De hecho, son muchos los aspectos de su vida que, a falta de documentos fiables, se han rellenado en base a la leyenda o a comentarios infundados.

Creo que ha quedado demostrado que los padres de Hernán Cortés eran hidalgos acomodados. Disfrutaban de unas rentas cortas pero suficientes para sobrevivir en el desolador panorama medellinense de finales del siglo XV. Una hacienda que no les permitía grandes lujos pero sí una vida digna y acorde con su rango social. 

Finalmente, incluimos en el apéndice la transcripción de un documento que es absolutamente inédito y que, hasta donde nosotros sabemos, no está reproducido en ninguno de los regestos documentales Cortesianos publicados hasta la fecha

Apéndice documental

 

Notas

[1] Artículo publicado en la revista Alcántara N. 67. Diputación de Cáceres, 2007, Págs. 99-112.

[2] KIRKPATRICK, F. A.: Los conquistadores españoles. Madrid, Austral, 1986, Pág. 48.

[3] MIRALLES, Juan: Hernán Cortés, inventor de México, Barcelona, Tusquets Editores, 2001, pág. 48.

[4] MARTÍNEZ: Hernán Cortés. México, Fondo de Cultura Económica, 1990, pág. 11.

[5] Ibídem, pág. 12.

[6] Cit. en VALGOMA, Dalmiro de la: Linaje y descendencia de Hernán Cortés. Madrid, Ediciones de Cultura Hispánica, 1951, pág. 14.

[7] Esta frase del dominico ha sido citada hasta la saciedad por la historiografía posterior. Véase, por ejemplo, MARTÍNEZ: Hernán Corté…Ob. Cit., pág. 108. VALGOMA: Ob. Cit., pág. 15.

[8] No toda la historiografía compartía esa opinión aunque sí la mayoría. Por ejemplo Carlos Pereyra hace ya más de medio siglo afirmó que “a juzgar por la cómoda vivienda no faltaban los recursos”.  PEREYRA, Carlos: Hernán Cortés. Buenos Aires, Espasa Calpe Argentina, 1942, pág. 20.

[9] LIS, Catharina y Hugo SOLY: Pobreza y capitalismo en la Europa preindustrial (1350-1850). Madrid, Akal, 1985, pág. 92.

[10] LÓPEZ DE GÓMARA, Francisco: Historia general de las Indias, T. II, Madrid, Editorial Orbis, 1985, pág. 13.

[11] CERVANTES DE SALAZAR, Francisco: Crónica de la Nueva España. Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, 1914, pág. 96.

[12] ZAPATA, Luis: Miscelánea o varia histórica. Llerena, Editores Extremeños, 1999, pág. 182.

[13] BERNÁLDEZ, Andrés: Memoria del reinado de los Reyes Católicos. Madrid, Real Academia de la Historia, 1962, pág. 515.

[14] Cit. en MARTÍNEZ: Hernán Cortés…, pág. 108.

[15] Una familia bien acomodada debía superar los 56.000 maravedís anuales. Cit. en THOMAS: Quién es quién de los conquistadores, Barcelona, Salvat, 2001, págs. 352-353.

[16] VEGA, Celestino: “La hacienda de Hernán Cortés en Medellín”, en Homenaje a Hernán Cortés. Badajoz, Imprenta de la Diputación Provincial, 1948, págs. 387-392.

[17] SOLANO DE FIGUEROA, Francisco: Historia y santos de Medellín. Culto y veneración a San Eusebio, San Palatino y sus nueve compañeros mártires, a San Teodoro Anacoreta y San Raymundo confesor. Madrid, Francisco García y Arroyo, 1650, pág. 131.

[18] MARTÍNEZ, José Luis: Documentos Cortesianos, T. IV. México, Fondo de Cultura Económica, 1990, págs. 62-77

[19] Véase, por ejemplo, PELEGRÍ PEDROSA, Luis Vicente: El botín del Nuevo Mundo. Caudales indianos en Extremadura. Sevilla, Muñoz Moya Editor, 2004, págs. 154-155.

[20] Véase MIRA CABALLOS, Esteban: “El coste de la traición. La confiscación de los bienes de Gonzalo Pizarro en Extremadura”, XXXIV Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo, 2006, pág. 444.

[21] SOLANO DE FIGUEROA: Ob. Cit., pág. 129

[22] THOMAS: La Conquista de México. El encuentro de dos mundos, el choque de dos imperios. Barcelona, Planeta, 2000, págs. 150-151.

[23] Sobre la temática puede verse el interesante trabajo de SÁNCHEZ BENITO, José María: “Aproximación al estudio de un sector económico en Castilla a fines de la Edad Media. La explotación colmenera”, en Hernán Cortés y su tiempo, T. I. Mérida, Editora Regional de Extremadura, 1987, págs. 99-104.

[24] HAMILTON, Earl J.: El tesoro americano y la revolución de los precios en España, 1501-1650. Barcelona, Ariel, 1983, págs. 346 y 353.

[25] Ibídem, pág. 337.

[26] THOMAS: La Conquista de México…, págs. 150-151.

[27] Se trata de un interesante documento que István Szászdi encontró en el Archivo General de Simancas, fechada el 27 de abril de 1494. SZÁSZDI LEÓN-BORJA, István: “Sobre el trasfondo político de Martín Cortés y el partido de frey Alonso de Monroy, antes y después de las paces de Alcáçovas. Clientela nobiliaria y servicio a la Corona en la Extremadura del final del siglo XV”, Novohispania Nº 4. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1998, págs. 76-77. Dado su interés lo reproducimos en el apéndice documental.

[28] En el Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura, realizado a finales del siglo XVIII se decía al respecto lo siguiente: “El río Ortiga tiene escaso caudal y se secaba en verano. Pero se criaba en invierno abundante pescado, siendo su pesca libre”. Interrogatorio de la Real Audiencia. Partido de Trujillo, T. II. Mérida, Asamblea de Extremadura, 1996, pág. 293.

[29] Ibídem, T. I, pág. 570.

[30] LAS CASAS: Bartolomé de: Historia de las Indias, T. III. Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1951, pág. 255.

[31] Ibídem.

[32] Véase el apéndice documental.

________________________________________________________